Aprendiendo a convivir

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Posted by Lucila Aranda | Posted in ,

Llegué a las diez y monedas de la facultad. Como siempre, deje la mochila en el cuarto y fui para la cocina. En el camino me encontré con toda la familia mirando para abajo, miré para abajo y más para abajo y ahí estaba; muerto de miedo y cada tanto lloraba.
En menos de 12 horas lloró, se subió a todas las camas, mordió una caja de zapatos, descubrimos que le tiene miedo a los ventiladores o algo así y me llevé de regalo dos vomitadas encima y casi nada de horas de sueño.
Que bueno que es un perro y no un hijo. Es todo lo que tengo para decir.

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